Libro de bolsillo publicado en la ciudad de La Paz el año 2016
CUENTOS
DE MI ABUELO LUDOVICO
Y DE
OTROS CADÁVERES
CUENTOS
DE MI ABUELO LUDOVICO
Y DE
OTROS CADÁVERES
Nelson VAN Jaliri
Depósito Legal: 4 – 2 - 4484 - 16
Impresión: Creaciones Prografic
La Paz (El Alto) – Bolivia
Octubre de 2016
A la venerable calavera de mi abuelo, porque
sufre la hiperestesia de la luna; y, está libre
afortunadamente de la imbecilidad de las almas
truncas.- A. A.
INTROITO
En los cuentos que mi abuelo Ludovico contaba,
no faltaban aquellos que estaban relacionados con el triunfo del alma que
sobrevive a la muerte. Después el alma volvía al reino de los vivos, cobraba
deudas, se vengaba asustando a los más incautos, a los infieles que dañaban
vidas y familias.
Algunas de estas almas, tomaban la imagen de
algún ser vivo, como algún animal, perro, oveja, etc. Y a lo mejor de alguna
chola bella, hermosa, vestida con las mejores sedas y aromatizada de perfumes costosos. Estas almas en pena
engañaban, seducían, en especial a los borrachitos que se recogían a altas
horas de la noche y los espantaban con su rostro de calavera. Otras veces les
llevaban a sus aposentos, lujosos lugares imaginables; pero las víctimas
amanecían en muladares, embadurnados de excremento y basura.
Mi abuelo también contaba de carrozas que
ardían, manejadas por seres cadavéricos vestidos de frailes, acompañados con
gritos de dolor y agonía, carcajadas de espanto.
Estos
cuentos están basados en sucesos sobrenaturales y otros reales de la Villa
Imperial de Potosí.- Nota del Autor.
NACIMIENTO
Rayaba el Sol el Alborada, los rayos del Sol
eran trazos llenos de vida y un aire a quietud, amanecía en toda la ciudad.
Casitas formadas de cal y cemento, vistosos
colores, conjuncionado con el desarrollo de la ciudad y el aire a quietud que
imperaba entonces.
Era Rómulo Ludovico Durán, hombre joven, tez
morena, sangre india, sangre pura. El aire al amanecer se volvía en brisa y
cubría la tez de Rómulo Ludovico al salir de
casa.
Uau uau uau, un perro a lo lejos se escuchaba
y otro le respondía, uau uau uau. Rómulo pensó algo y ese algo se volvía en
nada. Porque nada era lo que pensaba, era simplemente un silencio y ese silencio se volvía en nada. Por lo que,
al momento quiso marchar y en el acto lo logró.
El andar de Rómulo era lento, aplanando
calles, de los arrabales de la ciudad; casonas de adobe, con paja, calamina,
sin ninguna concordancia, pobreza o la otra moneda de la ciudad.
Mientras tanto, el cielo azul, el amanecer,
era el día; el día, el día era el tiempo
y el día era la mañana.
Rómulo con paso lento, subía por una y otra
calle, tierra, desolación, tristeza, las cosas son así.
“Sábado- pensaba Rómulo”.
LA
OVEJETA
Por tu orgullo…! ¡Compadre, échate otra! ¿Tu traición…? Sí,
sí. Pero…Lucho, cartucho, por qué tan triste, puis? ¡Échate un trago!...
Quiebran la quietud de la noche triste, fría,
el parlotear de tres voces, monótonas, tres amigos. Doblan una esquina, suben
una calle, llegan a un lugar casi sin luz, no se ve nada. Las campanas de la
Catedral anuncian el girar de las manecillas del reloj, en círculos, en estado
etílico, sin recibir sensaciones de ninguna naturaleza, han perdido casi el
conocimiento, sonámbulos por el trago amargo, la vida, una pesadilla viviente.
Una más…uh! ¡Okey! Han doblado una esquina y
en ella han encontrado nuevamente luz. No falta poco para que pierdan el conocimiento.
Rogelio!...¡Mira! ¡Qué!, si solamente es una
ovejeta. En los tres se reflejan sus miradas. Van tras ella. Quieta, estática,
no les cuesta nada, la agarran, después el susto les costará.
Pásame tu navaja. Para ti te tocará un lado,
a ti el otro y a mí lo que queda. Una
voz profunda, como eco, se escucha. ¿Y la cabeza, para quién? Es la voz de la
oveja.
De miedo los tres corren, dejan a un lado a
la oveja y se pierden en la quietud de la noche.
LA
MULA ANDANTE
Hasta las piedras se ponen rojas al
escuchar cuentos del Tío y del más allá,
decía Don Rómulo, zapatero desde tiempo atrás. Había aprendido el oficio
recogiendo clavos perdidos de la mesa de su maestro y ponerlos luego en las
cajas respectivas por tamaño, uno por uno, toda una bendida mañana, sin haber
aprendido casi nada. Los de antes no querían que aprendiéramos rápido, pues
pensaban que una vez aprendido el oficio, de la noche a la mañana, habría
nacido la competencia…Yo empecé a los seis con cosas inútiles, incluso
golpeando la suela húmeda.
Don Rómulo, cuéntame otras cosas más, cosas
que han pasado por estas calles. ¿Cómo de qué? Sobre algunas cosas raras, algo
habrá pasado siempre, ¿no? Claro…resulta que, a la media noche es demasiado
pesado estos alrededores…Don Rómulo cuenta:
Bueno, un día sábado por la noche, como a las
doce. Acababa recién de mudarme a este domicilio. Mis amigos me habían
acompañado hasta esa hora, bebiendo un buen singani. Aún no era casado. Pero ellos se habían ido antes de las doce,
no sin antes enterarme por boca de ellos, que a esa hora, por estas calles, se
aparecía el demonio convertida en mula. Yo no les creí. Hasta que me quedé
solo. Pocos minutos después el sueño me venció, me quedé sentado dormido.
Con los ojos entreabiertos y un dolor de
cabeza que bajaba a los pies, oí el tic tac de herraduras, me paré con mucho
esfuerzo, una neblina oscura no me dejaba ver, el tic tac provenía de afuera,
de la calle, unos cuantos pasos sólo alcancé a dar, el tic tac era más fuerte. Con
algunos problemas de articulación, proseguí el andar, llegué a la puerta, la
abrí y enfrente, en medio de la calle, el tic tac, vi a la mula andante, se
abrieron mis ojos, la neblina oscura desapareció por completo, la mula también
desapareció en la inmensidad de la noche, en el fondo oscuro de la calle.
Después de esa noche, ya nunca volví a ver a la mula andante.
LA
MUY SEÑORA ESPERA
Carmen Rosa era una niña traviesa pero le
gustaba ayudar a la gente mayor. Vivía con su familia en alquiler, en una casa
muy antigua de la calle Sucre. Todas las personas que vivían ahí, tenían que
pasar un pasaje estrecho y largo hasta llegar al primer patio.
Una noche la mandaron a la Carmen Rosa a
comprar pan. Ella recorrió aquel pasaje estrecho y largo del cual no pasó nada.
De regreso con el mandado, un olor a flores secas se percibía en todo el
escenario. Carmen Rosa divisó con la mirada en medio de aquel pasaje, una señora
extraña vestida de luto, que hacía armonía con la oscuridad de la noche. La
niña no dudó en ser grosera con la señora y tuvo que saludarla. Buenas noches,
señora? La muy señora no contestó; pero una pequeña voz, en la mentecilla de la
niña cruzó. No contestó nada la señora, a quién esperará? Después los minutos y
segundos no tardaron, la niña volvía con el mandado, con los panes y el cambio;
sin embargo, esa pequeña voz que mentalmente surgió algún instante, se volvió
en voz externa, la niña no tardó en avisar a sus padres que había una señora
que esperaba en aquel pasaje. La muy
señora espera. Los padres asombrados por la noticia vaga y pensando que era
otra cosa, fueron al escenario de los hechos, del cual no hubo la señora que
esperaba, lo que probaba la extraña de las circunstancias; pero el olor a
flores secas, empezaba a tener un olor a azufre quemado. La muy señora espera.
Carmen Rosa Rosa, era sólo un niña.
MARÍA,
BARRIGA FRÍA
Este cuento es muy conocido, contado en
muchas ocasiones por la gente mayor. De todas maneras, lo contaré de forma
natural, sin retoques, de forma personal y con los pies bien puestos sobre el
suelo.
María era otra niña demasiada buena y
obediente para ser cierto. Vivía con su Madre, su Padre había fallecido hace
dos años, para ser demasiado exacto. Un
día su madre la mandó a comprar hígado para la cena; pero como siempre,
el Diablo se le aparece al más incauto, al más santo. El Diablo anda suelto,
los abuelo decían. ¿Castigo de Dios?, no. La tentación se le vino desviando su
propósito original. María durante el trayecto, se había detenido en una
dulcería, cuyos antojos acabaron en comprar dulces en vez del hígado para la
cena. De esta manera María disfrutaba los dulces, que muy gustosamente
saboreaba uno a uno, de leche, de maní e incluso los mentolados.
No tardó María en acordarse de su propósito
original; sin embargo, muchas ideas cruzaron su mente, quería subsanar lo que
había hecho sin darse cuenta del error. Aún estaba a tiempo. El Cementerio no
estaba lejos. María resolvió en sacar el hígado de algún muerto que estaba
depositado en la morgue. Minutos después, María regresaba a casa con el hígado
del muerto, afirmando que era fresco y que tuvo mucha suerte en comprar del
mercado.
Más tarde, sin haber comido el hígado en la
cena, María se había acostado muy tarde, con una conciencia que le subía hasta
la cabeza. Hasta tal punto que escuchaba pasos, cosas extrañas y una voz
profunda que decía. María, estoy subiendo la escalera. María, estoy cerca a tu
puerta. María…!, ya estoy abriendo tu puerta. María…!, de tus pies ya estoy
agarrándote!! Y María gritó, haaaa…aaay.
CON
OLOR A TRAPO VIEJO
La armonía de las cosas empieza a
fermentarse, todo por lo que los años dejan un olor a trapo viejo. Estos
tiempos no son los de ayer, tampoco serán los de mañana.
Qué será del Tula. Dicen que murió en un
accidente por la Avenida Alayay. Su novia sigue viviendo en su retraso mental,
alguna vez la vi con la barriga hinchada que esperaba algún momento para dar a
luz, ¿habrá parito? ¿El Tula se habría puesto contento?, pero supongo que no
era para él, me imagino que fue fruto de una violación. ¡Tula!, la colegiala
con la carita sonrojada escapaba a los toques mágicos del juego. Y el Tula en
su juventud, entrando a la adultez, estaba encerrado en su niñez.
¡Oso! Al Oso le han visto por última vez
recorriendo su último tramo por la Bolívar. ¡Oso!, unos jovenzuelos le gritan.
El Oso responde con palabras de grueso calibre. El antes y el después. Dicen
que el oso vivió sus últimos años en la ciudad de Sucre, en algún hospicio de
ancianos. El oso siempre llevaba en la
espalda un bulto grande que cargaba en todo su andar y sobrepasaba su diminuta
altura, era bajito. Si te portas mal el Oso te llevará, era la afirmación que
las madres sentenciaban a los niños llorones, que ironía de la vida. Ahora el
oso sólo es un mito en la juventud de ahora, a lo peor sólo es un olvido que
nadie recuerda.
Estos personajes que valen un tanto de polvo
y olvido, valen un Potosí. Al Loco Varita también se lo olvidará muy pronto.
Con su ropa sucia, llena de remiendos. Se le ve todos los días en inmediaciones
de la ex Estación de trenes, en la Feria o por la pasarela imitando a un
Varita. Una vez le vi enfermo debajo de una locomotora vieja que existe en la ex Estación, la gente piadosa le ayudaba
dejando botellas descartables con mate de coca o manzanilla. Con el tiempo se
rehabilitó de su enfermedad, lo vimos en
su habitual trabajo. Loco varita, tú sí que vales.
Mis andanza recorren ahora las calles, lo
colonial se confunde con lo nuevo. Al Chapaco, otro ilustre loco, le han dado
por perdido. El cura que andaba
manejando su moto, ya murió. Una mujer de edad avanzada, todos los días
por la tarde, da discursos en inmediaciones de la Catedral en contra de este
gobierno. Otra mujer, también de avanzada edad, camina por las calles con
bolsas nailon sujetados a sus extremidades. Como también hubo otro loco que camina recolectando bolsas
negras. Hay otro que camina con la cara pintada con betún de calzado y otro que
limpia las parabrisas de las movilidades. ¿Serán estos ilustres ciudadanos, los
nuevos locos de este tiempo? El tiempo camina despacio a mi alrededor, pero es
como si fuera mañana.
LA
NOVIA VUELVE
Por los años ochenta estuvo de moda una
historia inundada de lo más selecto de
la cursilería. Esta historia que ahora se convierte en un cuento de las mil y
una noches, volvió a sonar en los círculos del chisme a finales de los noventa.
Dicen que la alma en pena de la novia volvió y busca venganza!
Cuentan los anales de Potosí, que cierta
mujer después de esperar a su esposo de volver de la Argentina, se había
enterado que se casaba con su amante en la Catedral de Potosí; pero cuando la
nueva pareja de casado salía de la ceremonia, la mujer en la puerta de la
Catedral, apuñaló a la novia en el corazón, terminando todo en una enredadera
en el ir y venir de los asistentes. Desde entonces el alma de la novia vaga por
las calles silenciosas y noctívagas de Potosí, espantando a los más débiles. Es
la llorona de Potosí.
A finales de los noventa causó revuelo en
Potosí, que la novia había vuelto. Todas las noches aparecía la novia en una de
las ventanas del Colegio Cleto Loayza, ubicado en la zona de San Benito; sin
embargo, sólo era el reflejo que ocasionaba la cruz ubicada donde actualmente
está el Mirador, por Pari Orko. Todas las noches la gente que no hacía nada, se
conglomeraba en inmediaciones del colegio Cleto Loayza y ver el fenómeno que
asombraba a los más tontos.
LOS
SANTOS SIN DEVOCIÓN
Al Tata Catorceno le van a fusilar. Los
chismes cuentan que había violado a una niña, pero que en los hechos no pasó
nada. Eran los tiempos que gobernaba Germán Busch. Más tarde el médico que
atendió la causa Domingo Flores, indicó que no hubo el rompimiento del himen,
pero ya era demasiado tarde.
¿Es posible que Sambo Sambito sea
auténticamente de origen potosino? Felipe honores, era uno de esos pillos que
vivía por los suburbios de Potosí, por el cementerio y que de lo robado daba a
los más pobres. Fue fusilado en 1923 en la plaza principal de Potosí.
El Cementerio General de Potosí, denominado
Cementerio Sucre, fue construido en 1905. Su antecesor se encontraba en los
alrededores del templo de San Bernardo y que había funcionado desde la colonia.
Cementerio que guarda los restos mortales del R. P. Tata Catorceno y Felipe
Honores, y que es visitado por la gente porque supuestamente hacen milagros.
Por favor, no me olvides. Berno es otro de
los santos. Se le apareció a un hombre
por casualidad en el Cementerio de Potosí, fue tal su impresión que al estar
caminando chocó con algo, bajó la cabeza y ahí
estaba el bulto, implorando que se recoja. El hombre abrió el bulto. Por
favor, no me olvides. Y se encontró con la cabeza de Feliciano Berno.
Otro cuento al cual no es nada cierto,
asevera que Berno era en vida un abogadillo tan malo, que no tenía compasión de
los ricos y aún más de los pobres. Su alma se condenó después de morir y que
ahora debe cumplir su penitencia a cambio de los favores que hace a los
creyentes, a través de los rezos que hacen estos.
De todas maneras, la cabeza de Feliciano
Berno se encontró en el mausoleo del Señor de la Vera Cruz y los socios lo
llevaron a la puerta del mausoleo, la gente le puso velas, le rezaron y
aseguraron que cumplía milagros. Más
tarde los socios lo pusieron en el lugar donde actualmente se encuentra, debido
a las manchas negras que producían las velas y la cantidad de flores que se
reunía. La Honorable, la tan Honorable Alcaldía Municipal de Potosí, construyó
su tumba y desde entonces hay mucha devoción a este “Santo”…
¡Doña Felipa!, sírvame otra jarrita de
chicha, para seguir contando.
INDICE
Introito
Nacimiento
La ovejeta
La mula andante
La muy señora espera
María, barriga fría
Con olor a trapo viejo
La novia vuelve
Los santos sin devoción
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