Publicado el año 2009. Moscas Sobre la Sopa
Filosofía Artística(Ensayo).-
Apartado de la Revista
A Prueba de Frío No. 15
Filosofía Artística(Ensayo).-
Apartado de la Revista
A Prueba de Frío No. 15
Nelson Van Jaliri
MOSCAS SOBRE LAS
SOPA
Filosofía Artística
APARTADO
DE LA REVISTA A PRUEBA DE FRIO
INTROITO
El tiempo y la distancia han recorrido su determinada
sensación anticipada. La subasta sigue pujante, y las creaciones van y vienen
cobrando una franja millonaria a la salud de la naturaleza humana.
Hace tiempo que estaba planeando estas notas que no
cicatrizan aún en la mentalidad despectiva de mi cuerpo, eso porque no aguanto la cruel ironía de los de
allá y de los de aquí.
Prueba de frío, para empezar con una A y finalizar con otra vocal. Han pasado por el
común de los años, dos y pico pares,
desde la vez aquella que quisimos intentar
nuevamente – con un propósito ya
planificado -, llevar en adelante
otra arma de vida, en
comunidad de ambas personas, un órgano,
un órgano literario, para combatir la literatura atrasada de Potosí.
Para empezar, caímos en la mecanografía, un 26 de julio de 2004, en una dominante sociedad
costumbrista, con ajís de
achacanas y uchu fideos, ponderando en
alto un criterio más sano y saludable.
Representaba entonces “una alternativa, un escape, para gente potosina
que se hacía partícipe”, como dijera Daniel Medinaceli en la editorial del primer número.
De ahí es
frecuente engalanar otros pasajeros recuerdos, que acostumbran enredarse en la memoria, pero ninguno de los que acostumbro seguir. La literatura es una armadura invisible
que me protege.
¿Cómo descifrar
una palabra que es tan difícil de comprender en su dimensión desconocida?.Podría ser cierta tal afirmación, lo cierto es que
vivimos en lo que pisamos.
Todo empieza a fermentarse, la cerveza, la chicha, e
incluso los remordimientos que ingresan como si fuera fuego intenso. Lo cual demuestra la siguiente afirmación-: “Vida
nocturna potosina, será pues comer pipocas por el Bule, viendo traseros hasta la
media noche”. Es como comer helado, pero el helado resulta ser de yogur.
De todas maneras, sobre estas amarillentas hojas que
aún no están editadas, seré claro y preciso, hilvanado letras, sílabas y
palabras, de forma anónima y de manera natural, como si la cosa fuera para entender.
EL PRINCIPIO
ES UN FIN
Ladrillo por ladrillo se edificaba mi alegato “In
terminis”: Una forma de ver lo que uno sentía, a través de las letras que yo
escribía.
La mañana corría con su habitual vestido nublado y
unas cuantas manchas azules por abajo, recordando esfumados de Leonardo da
Vinci, iban disparejas mostrando su inacabada textura.
Esa mañana, hilvanaba mis primeras cuartillas para
llevarlas a la plancha editora.
Ante todo, serviría
como un manoseo ligero, para luego volverse un puñetazo antagónico, frente a una educación de pésimo
gusto.
En la primavera de 1996, salió la esperada entrega. El
periódico colegial llevaba el título de QUIPUS; “La triste realidad en el
colegio”, rezaba el título de mi artículo. Lo demás corría como agua caliente
en la mayoría de los lectores, docente, compañeros y alumnos, poco estímulo se
me entregaba para salvarme de la melancolía que sufría aquel entonces.
“Hace mucho tiempo que hay un problema muy común en
nuestros colegios, todo hace pensar que con la plata baila el mono…”.
Desde entonces, recordando la mecanografía de mis
inicios e ir por debajo de la muralla térmica, en la termodinámica tarea de ir
pintando y dibujando obras que empiezan a tomar conciencia de lo que yo pienso,
mi mente está en constante revolución, tengo
que pensar más de lo que yo pienso. Una filosofía inacabada e
inconsciente para algunos y relativamente difícil para el común de la gente.
Mi mente adquiere mayor soltura. Es como el pájaro que
vuela y veo a mi mente volar también e incluso sobre un espacio que no es lo
normal.
Lo normal sería la política, pero mis principios no
están enfocados a ese pozo sin fondo. No soy apto para politizar almas, nací
como un ser político. La teoría política lo implica mucho en su cabal norma,
sin embargo no me considero tal.
Corresponden mis principios a mis pensamientos, lo
cual demuestra que las venas mías aún siguen vigentes, por imágenes que siguen
recorriendo largos caminos empolvados y llenos de inmundicia. “La eternidad no
es para los humanos que viven para la vida”, lo sé, porque cada día que camino,
sigo pisando las huellas del tiempo.
RAYÓN POR
RAYÓN SE PAGA
“El viento y la tristeza hablan de la soledad”, decía
un pájaro el día de ayer. A ese pájaro lo debo todo.
Mis penas, mis sufrimientos, una personalidad que gira
sobre un tono repentino, sobre lo monótona presencia del mañana. “Patrimonio
íntimo de cada persona”, dicen los faunos al contemplar la luna y Prosiguen:
“Hubo un tiempo en que Dios creó el Universo, la
tierra, las plantas, los animales y después…creó al hombre y lo mató todo.
Encima vino la mujer, de la costilla de Adán dicen y lo cagó todo”.
Como todo buen inicio siempre lleva consigo la mala
racha y a veces para toda la vida. Esto ocurre en todos los tiempos y en todas
las circunstancias.
En literatura, el atardecer no es como lo pintan tan
hermoso, hay anti bajos y sobre bajos al
amanecer. Cada vez que pasa el tiempo el olvido es la herida que duele cada vez
más y nunca cicatriza. Es una lucha constante para flotar en las lagunas de la
indiferencia e incondicional forma para que no aprecien lo que tú haces.
“Uno no debe acomodarse al medio, el medio es el que
debe acomodarse al estilo, a la técnica con lo que uno trabaja”, asevera un fauno y prosigo:
Mis primeros trabajos en literatura aparecieron por
capricho propio, a voluntad mía y por culpa de unos ojos femeninos.
Como todo escritor novato, aunque todavía no me
consideraba tal ni menos hoy en día me creo tal cosa, empieza en la primavera de los
quince años y termina en los veinte,
según Jean Russe al no ser correspondido en el primer flechazo de amor. Muchos
de estos novatos, no son tan consecuentes con tan noble sacrificio. En eso
consiste en ser artista, calificativo que da el medio no el que piensa ser
artista. Porque en eso consiste nuevamente ser un verdadero artista,
sacrificio, constancia y sobre todo voluntad consigo mismo.
Sobre toda idea fugaz y tan repentina que sea ésta, yo
seguí con lo mío, aunque decían y siguen diciendo que era un pasatiempo; pero
era algo más que ver y venir las cosas, tal como se presentasen al instante.
Era un todo en realidad, un vicio como dijera alguna vez, al preguntarme por
qué escribe.
Los años, los días y
horas han seguido su curso como si nada, como si el tiempo olvidaría las
cosas que hice, mas ese no es el destino para un artista.
El artista es inmortal, vive a través de sus obras.
“Las obras quedan, las personas como tales se van”, decía mi abuelo Ludovico.
LAS PALABRAS
NACEN Y MUEREN
Hay una constante forma en relación a las palabras.
Ellas se circunscriben al lenguaje, al
idioma, a la forma de cómo
deberían expresarse.
Esas palabras son a veces tan complejas en la forma de
vocalizar, en la forma de expresar cada sonido que hace.
El poeta es el mentor de dicho juego. Cada palabra es
un rompecabezas, tiene sílabas y letras. Las sílabas se compaginan al instante
y las letras siguen su cause natural.
Por eso se escribe poesía usando el color versificador de la palabra, que encasille en
la voz natural de cada sílaba.
Es coherente decir que cada palabra tiene su voz
particular, voz que se difumina en el sonido de su vocalización, que nace y
muere en su pronunciación. Es la regla particular que se escribe en este
momento, enriquecida claro está, con el estilo preciso de cada persona.
No se confunda regla y estilo, ambas son distintas. La
regla es la norma que se sirve de la medida y ajustada a las acciones
versificadoras que resultarán rectas. Por el contrario, estilo es la manera
singular y muy personal de escribir poesía.
El poeta nace y muere con la palabra. Cada poema es el
reflejo de su alma y la pasión por su arte. Todo es una compaginación de
normas.
MI VIDA POR
UN POROTO
Son características fundamentales en el comercio
literario, declarar cifras o dato falsos, en relación a la lectura y omitidos
con el pasar del tiempo.
Sustancialmente obliga a comprometernos con lo que uno
es, con los pesares del día, de la noche y de la mañana siguiente. Es la
identidad lo que trato de buscar, una identidad cultural propia y unida al
estilo muy personal.
“Me revientan estos mocos mentales”, decía Julio Cortázar,
al iniciar una temática muy aparte a lo que es el cuento y salvaguardar los
errores del caso.
A mí también me revientan estos mocos mentales, para
escribir lo más cercano al ensayo. Por eso no hay un género que aguante por
cualquier acto realizado.
Tampoco creo en la búsqueda de otros organismos
vivientes que piensen como mí. Por más que trato de comprender la realidad
presente, todo su vuelve fantasioso e incita a quemar o tirar al tacho de
basura, varias composiciones e incluso cuadros ya acabados. Es una competencia
conmigo mismo, no estoy de acuerdo con lo que hago, con mis ideas y principios.
Evadir esa competencia, seria disminuir la identidad que se crea en mí.
Sin embargo es atribuible sintetizar la norma para
comprender lo que es en realidad el arte y conocemos las garantías necesarias
con que se desenvuelve pero no descubrimos nuestra identidad. Establecemos
principios foráneos, nos dejamos influir, y no nos educamos intelectualmente y
manualmente. Estamos enlatados como los peces, sin poder salir y crear.
Conlleva a la creación la identidad, darle su lugar
respectivo, entregarse a la práctica constante, sin fiadores ni fiados que
pueda deber en el futuro incierto.
A una persona, que estudia por estudiar, desesperado
por tener nota, no cree en la razón y la crítica. Peor si la persona sabia con
vocación se deja llevar por la plata.
Es el caso de muchos que han logrado hallar su
identidad, crean símbolos y signos, pero después de un tiempo, se vuelcan a la
comercialización, obligados a abandonar su estilo y reproducen paisajes y
cántaros que son los que en realidad venden.
EL TIEMPO Y
LA DISTANCIA
Cada vez que viajo a La Paz, me encuentro con la Rosa
y me pongo al día con ella para no invertirme en mi tierra de origen, Potosí.
La Paz llama, te hunde en su hoyada y te sofoca al
instante.
Hay una compleja calma de día y de noche empieza otra
vida.
Es una lucha inscrita en los anaqueles policiales,
pruebas infundidas, beneficios sociales a voluntad propia, a decisión,
verbalmente o por escrito.
Todo es a contra luz, en el hemisferio del tiempo y la
distancia, que pide indemnización por una golpiza, por disposición ajena o la
buena voluntad del equívoco, acompañada por una copa de coñac en la mano o lo
más económico, bebiendo un quita frío.
A la mañana siguiente, a recuperarlo comiendo un uchu
fideo por los extramuros de la ciudad.
Jaime Sáenz se precipita en esas urbes, en especial
las noches pobladas de bestias marginales, de la nada y de la injusticia ajena.
Por eso me inspiró a pintar el cuadro: “El tiempo y la
distancia”, no como una obligación, por el contrario, sirviéndome de base para
encontrar los símbolos de la cosmovisión andina.
Diagonalmente Sáenz se sitúa en un ángulo del cuadro,
un búho frente al otro ángulo que representa al tiempo , a ambas figuras lo
separan el vuelo de la vida, que baja precipitadamente sin darnos cuenta.
Vida llena de prominicencia y alcohol. Incluyendo las
morfinas elevadas a rango de ley.
El artículo 13 de la misma ley, dice: “No viajes en
viernes, te irá mal, para bien o para
mal; ó bien, para mal o para bien”, y de repente las cosas no fueron así,
ocurrieron de una forma inesperada, de forma que uno no podía esperar para
ambas partes. Además, se destacaba un conjunto de acciones segundarias, que hacían a la primera acción,
una modalidad inevitable.
Una vez que las acciones desaparecieron, el tiempo
hizo su tarea legislativa, pasaron día meses y dos años y no pude más. El
tiempo había pasado como si nada, dentro de ámbito de su circunscripción y
añoraba la tierra de origen.
“Me llevaré a Potosí algún día en mi maleta”, decía en
el interior de mis huesos, de las profundidades limítrofes que añoraba llegar
al límite y era tiempo para que Potosí salga de su maleta, de su mente, porque
emprendí viaje y alce las alas nuevamente.
Ahora melancólico recuerdo el pasado, antes y después
del viaje. Soy yo, que se alza fuerte, estático en medio de un viento que lo
sacude todo. Soy la vela que nunca se podrá apagar, en medio de la
incertidumbre y la envidia ajena, en “La melancólica brisa del tiempo”.
Es la trilogía compuesta de mi vida.
TEORÍA DE LA
SIMPLIFICACIÓN
Por más que he tratado de comprender los colores, no
se acentúan aún en mi mente. Tienen competencia, pero aún no tienen
jurisdicción en mi paleta.
Los colores aman la naturaleza por doquier, no
infunden ningún problema al inscribirse en sus formas. Es imposible ante los
registros correspondientes, tener la mezcla correspondiente. Empero, se hace
esfuerzo por comprender hábilmente, la historia de cada una de ellas.
Esto me pasó varias
veces en clase y habitualmente en otras formas, para ver el carácter
trascendental de mis esfuerzos e inquietudes.
Simplificar la forma frente al color, me resultó
régimen seguro a mis problemas. Siendo el caso fundamental, la teoría del
bodegón y el paisaje.
En el primero de los casos, combiné los fríos y los
cálidos, en una armonía perfecta, para reencontrarse con la visión real del
sujeto. Para conseguir esa armonía, tuve
que servirme del verde, para tener el fondo ya estudiado y contrastar con la
una y la otra, en una sensación de movimiento. Es lo que yo llamo: “Teoría de
la simplificación”. Creando de esta manera, espacio y tiempo en el arte.
Lo demás viene por acción del tiempo presente y no del
tiempo en su espacio. Desde aquella vez, desde “Sumac Orko” y los subsiguientes:
“Bodegón neo expresivo C1”, “Illimani” y “Bodegón C2”, ha completado más
práctica que la teoría que resulta insegura.
Las demás obras han quedado en la nada, en la
categoría de las maravillas que pasan como si nada. La escultura, nunca pude
alimentarme de ella, nunca pude leer su simbología y debe tener algo para que
la aborrezca, aunque las manos insistan crear obras tridimensionales.
Que es lo que quiero crear con la “Teoría de la
simplificación”: Crear una obra abstracta, que tome a la realidad como
cómplice, creando a través de sus líneas y colores, nuevas realidades que cuestionen a cada espectador
de manera diferente. Una abstracción, entendible en todo momento y cuantificada
en su simple mirar. Como lo que hice en : “Bodegón neo expresivo C1”. Una
asonancia cercana entre fríos y cálidos; pero disonante a la vez, implementando
el plateado en toda la obra. Creando de esta manera, un espacio dentro de la
variedad y creando un espacio armónico correspondiente entre ambas cosas. Es
decir, la disonancia es una armonía, si se eleva a esa categoría.
EL VALOR DE
LA MANCHA
La soledad cubre mi mente a la hora de ver los cerros;
lánguida, inestable, semejante a un huevo de cristal.
“Los cerros me inspiran a ver lo telúrico de mis
raíces”, decía alguien y le doy la razón.
Pintaré las cosas como pienso y no como las veo, sin
la autonómica presencia de la realidad.
Cada cerro tiene su mensaje oculto, el acto de mirar
es una simplificación de la realidad. La forma se reduce a la regla anterior.
Un viaje instantáneo a la técnica, es un viaje más
cercano a la definición mental de la mancha. Cualquiera sea su tipo, relación
social o intuitiva, responde a la creación de la fuerza.
Ricardo Pérez Alcalá, en el romanticismo tradicional y
monótono de sus temas, ya responde a la realidad, pero no a la creatividad.
Valora la mancha como el pan del día, en la forma correcta de la técnica,
aquella que reúne recursos y procedimientos en el esmero con que se hace la
obra de arte.
Ahora bien, a la hora de proceder con la mancha, se la
debe saber, dónde se la debe poner. Debido a su instantánea técnica. Obviamente
existen otros gastos que demuestran otras innovaciones, re avalúos técnicos y precios ya pagados;
pero constancia con la práctica, viene con paso firme.
UNA RETROSPECTIVA HACIA LA TRISTE
HISTORIA
En este instante he percibido la influencia de los
clásicos que rezan rimas y eslabones perdidos a la hora de pensar. Acusativo
suena al oído porque nadie es libre del pecado.
La pintura en Bolivia ha recorrido de forma inesperada
pero lenta.
Durante el período Colonial, el Alto Perú, o sea el
territorio de la Audiencia de Charcas, hoy Bolivia, la pintura fue traída
enlatada de Europa a pesar de su alejamiento hacia su mestización.
Chuquisaca se funda en 1538, con el nombre de La
Plata, Potosí en 1545 al pie del opulento cerro, y en 1548 se funda La Paz
sobre la planta indígena de Chuquiago. Hasta aquí, hasta el seiscientos es
huérfana de un nombre glorioso, aunque no faltan pintores que cumplen encargos
durante su corta permanencia en Chuquisaca o Potosí. Hasta que llegamos al
setecientos, donde la pintura alto peruana logra su máxima representación, a la
cabeza del maestro cochabambino de formación potosina, Melchor Pérez de Holguín
y su seguidor Gaspar Miguel de Berrío.
“Después de larga y devastadora guerra para conseguir
la independencia de nuestra patria, la Real Audiencia de Charcas…-anota Mario
Chacón Torres-, surgió en 1825 como un nuevo Estado con el nombre de Bolivia.
Múltiples factores adversos dificultaron su organización republicana, luego al
transcurso del tiempo fue desenvolviéndose turbulenta y apasionada la vida
nacional”
En retrato domina en esta época, sobre todo, de
gobernantes de turno que se exhibía en las oficinas públicas.
Juan de la Cruz Tapia, Antonio Villavicencio,
Saturnino Pórcel, José García Mesa, entre otros son los pintores de moda e irán
con la tradición colonial, de copiar ya no de grabados, sino de fotografías para pintar retratos.
Hasta que llegamos al siglo XX, con figuras señeras en
la plástica nacional, Fortunato Díaz de
Oropeza y Avelino Nogales. Ambos trazarán la línea hacia la concientización de
una identidad nacional, lo auténtico, lo
propio, la médula ósea de lo boliviano. Abrirán paso a la generación de
Cecilio Guzmán de Rojas y a ese otro monumento, Arturo Borda, el loco.
Entre Borda y Cecilio Guzmán de Rojas, hay una
diferencia bien marcada que nadie puede refutar: El primero autodidacta de raíz
y el segundo, educado en la Academia de San Fernando de Madrid – España. Ambos con su pintura revolucionarán el
escenario nacional ,el segundo valorado en vida por los conservadores de la
época y el primero minimizado en su mundo.
El tiempo hoy en día ya dijo su última palabra, la
pintura coaguladora de Cecilio Guzmán de Rojas, no es un descubrimiento suyo.
Borda es mucho mejor pintor que Guzmán de Rojas.
De aquí para adelante hay un vuelo inseguro hacia la
plástica nacional, todos siguen a Guzmán de Rojas, nadie sigue a Borda. Se
lo discrimina, pero ambos se matan.
Con el advenimiento de la guerra del Chaco y la
Revolución del 52, nace toda una generación de artistas. Hay un disparejo en lo
que hasta aquí llamaban y creían tener identidad. La generación guzmaniana
sigue, sumada con lo social de la revolución mexicana y rusa de entonces, y la
otra venida de las tendencias e ismos de moda; una gran parte venida de Europa,
especialmente de París – Francia.
Todo un aptapi hasta nuestros días. Todos buscarán en
los cubos modelos indígenas, e incluso se atribuirán crear originales sin
ninguna influencia de escuela y maestro. Pareciera que fuera la triste historia
de un elefantito que nunca acabará.
Finalmente París dejará ser capital del arte y Nueva
York con sus mujerzuelas tomarán el lugar que París había dejado. Batman
volverá y después de un tiempo el inicio.
SEGUIDO
¿Qué se debe pintar?. Pintar lo que a uno le guste.
Instigando a que uno crea y cree en la conducta adecuada y reciba por autonomía
recíproca, la existencia a cualquier acto realizado.
Por eso pinto montañas, como lo he seguido haciendo
tal como las veo en mi mente sin importar lo que la gente diga. “El reflejo de
mi alma”, es la turbulencia ineludible que genera su respectiva mancha, por
períodos diferenciales con medida intencional. Exención a lo que diga el pincel
y no la forma, conforme a lo que dispone la regla interna de la voluntad.
Esta obligación nos da el cumplimiento necesario para
seguir pensando en lo que uno quiere hacer. La economía no importa para mí. En
medio de montañas he vivido para seguir arañando la tierra y buscar en su
interior la idea cabal a mis principios: el interior de mis montañas e
insistiendo seguir viviendo para el común de la gente.
Ahora, “la
soledad me consume mentalmente”.
Potosí, 27 de febrero de 2009.
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